Decenas de noticias, varios
informes de organismos nacionales e internacionales y centenares de
declaraciones de testigos aparecen día a día en medios de comunicación y redes
sociales informando sobre la violación a los
derechos humanos de niños, niñas y adolescentes (NNA) que están bajo la
protección del Estado de Chile a través del Servicio Nacional de Menores
(SENAME) lo que me deja perpleja y horrorizada por estos hechos en los que el
Estado se ha mostrado indolente ante el sufrimiento de estos menores que
necesitan urgente que todos las y los adultos nos unamos para defenderles.
Solo en estos primeros días de
septiembre, se ha publicado, por ejemplo, la desaparición de una joven de una
residencia de Arica donde nadie de los que estaban a su cuidado informó a las
autoridades competentes, sino que tuvo que ser su familia quien pidiera ayuda
para encontrarla y buscará a apoyo en la comunidad para hacer visible este
hecho.
Entre los informes se encuentra
el realizado por PDI que detalla conclusiones del año 2017 que reveló que el
Estado de Chile viola sistemáticamente los derechos de los niños que están bajo
su tutela, demostrando que en el 100% de los centros que administra el Sename y
en el 88% de los gestionados por particulares se constataron 2.071 abusos, 310
de ellos con connotación sexual por parte de adultos, pares o familiares. Sin
ir más lejos, volviendo al 2020 este jueves 3 de septiembre una trabajadora de
38 años fue desvinculada de la Residencia Carlos Macera de Talcahuano luego de
conocerse que habría abusado de un menor de edad.
Así mismo, la Organización de las
Naciones Unidas (ONU) acreditó que el Estado viola los derechos de los niños a
los que tiene que proteger. Es una realidad horrorosa, que no se condice con la
lógica humana de proteger a los menores, lo que da a pensar que por el solo
hecho de ser pequeños o pequeñas no se les toma en cuenta su voz, ¿tal vez
porque no salen a marchar? ¿por qué no crean agrupaciones?
Si, por supuesto que sus derechos
y deberes están resguardados bajo ley, pero ¿por qué aún así se vulneran?
Recordemos que la Convención de los derechos del niño ya en 1990 en Chile
estipuló cuatro principios, que a su vez guían nuestra legislación: 1° la No
discriminación (todos sabemos que los NNA son estigmatizados como delincuentes
solo por formar parte del SENAME).
2° El interés superior del niño:
Las leyes que afecten a la infancia deben beneficiarla de la mejor manera
posible (entonces cómo se explica que el proyecto de ley que espera cambiar el
SENAME lleve 9 años de tramitación, que recién este 2 de septiembre se esté
discutiendo qué se legisla primero o la entrada en vigencia de la ley que crea
el Sistema de Garantías de los Derechos de la Niñez o la creación del Servicio
Especializado de Protección de la Infancia (que dicho sea de paso este 16 de
septiembre recién se despachó a la Sala del Senado el veto del proyecto).
3° Supervivencia, desarrollo y
protección: Las autoridades del país deben proteger al niño y garantizar su
pleno desarrollo, tanto físico como social (pero… en plena pandemia se reveló
que a cinco meses y medio del confinamiento, se registran 247 menores que
fueron confirmados como contagiados por Covid-19 con un resultado de muerte por
el virus).
y por último el 4to.
Participación: Los niños tienen derecho a expresar su opinión en las decisiones
que les afecten, y que sus opiniones se tomen en cuenta (en redes sociales se
encuentran denuncias de vecinos de residencias que cuentan como escuchan
impotentes como menores piden a gritos a sus familias desde los techos de las
residencias pidiendo hacer virales sus publicaciones porque sienten que
cualquiera que les está leyendo puede hacer más por los NNA que lo que hacen
los encargados de los centros).
Todo esto me lleva a reflexionar
porque no se han tomado medidas urgentes para parar todas estas violaciones a
los derechos humanos de los menores, y justo cuando empiezo a creer que es
porque hay personas que el Estado quiere proteger, se publica la noticia sobre
las acusaciones de fraude al fisco en fondos del SENAME por la ex ministra de
justicia. Es que es incomprensible que además de invertir más en presos que en
el cuidado de los NNA, ahora resulta que roban los pocos fondos destinados para
ellos. Porque recordemos que aunque en 2019 se subió un 6% de los recursos
destinados para los centros aún así se gasta en un reo sobre 700 mil pesos
mensuales mientras que en el resguardo de un menor se invierte menos de 300 mil
pesos.
Con estos antecedentes ¿pueden
creer que este organismo se define como “colaborador del sistema judicial y
dependiente del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos que se encarga de la
protección de derechos de los NNA, y de los jóvenes entre 14 y 17 años que han
infringido la ley? y sobre esta nula empatía sobre el resguardo emocional de
los menores, este 3 de septiembre un joven de 19 años acusado de múltiples
robos y homicidio fue sentenciado por el juzgado a quedar en internación en un
recinto del Sename. Es que es para no creer lo que sucede.
Con respecto a este resguardo emocional,
el renombrado psicólogo clínico Felipe Lecannelier, en su libro A.M.A.R. -que
ha sido guía para educadores en diferentes establecimientos educacionales-,
demuestra una metodología desarrollada durante 15 años que indica que un bebe
dentro de los primeros tres años de vida desarrolla su capacidad cerebral,
principal razón por la que es importante dedicar tiempo, energía, ayuda,
programas de prevención, y políticas públicas para la primera infancia para que
puedan desarrollar un cerebro más flexible, más libre de estrés, más integrado
y mejor preparado para sentirse seguro para enfrentar la vida.
Además, de estos cuatro principios la legislación chilena garantiza otros derechos específicos en las áreas de: protección contra la violencia intrafamiliar, educación, trabajo, filiación, alimentación, adopción, aalud, delitos sexuales, uff! hay tantos ejemplos que podría seguir dando en cada una de estas áreas. Pero ya está más que claro, que hay algo que detiene que lo escrito en papel se pueda visualizar en la práctica. Está claro que se necesita una forma de garantía urgente para estos menores, muchos proponen variadas formas y métodos, yo concuerdo con la de aumentar la dotación de personal que está al cuidado de los pequeños, porque un adulto por más títulos profesionales y vocación que tenga jamás una sola persona podrá darle la contención necesaria a varios pequeños a la vez. Viendo todos estos antecedentes cualquier cambio a este organismo debería ser positivo, pero para que no quede en letra muerta estoy convencida que se necesita de la empatía de cada uno de nosotros chilenos y chilenas para estar pendientes del cuidado de los menores, para ser su voz, ellos son los que más necesitan que luchemos por la protección de sus derechos y tener así por fin una infancia digna.