En medio de una pandemia
sanitaria que a la fecha deja casi 16 mil fallecidos, la pérdida de al menos un
millón 800 mil puestos de trabajo y más de 700 mil personas adscritas a la Ley
de Protección del Empleo, con una tasa de cesantía del 13,1%, el próximo 25 de
octubre nuestro país debe definir si aprueba o rechaza la redacción de una
nueva Constitución y la forma en que esta se elaborará.
En este contexto nos
preocupa la forma en que TVN, la televisión pública, está enfrentando un
proceso constituyente que nace de un acuerdo institucional entre casi todas las
fuerzas políticas, luego de un mes de multitudinarias manifestaciones y graves
atropellos y violaciones a los derechos humanos.
Nos preocupa TVN
En medio de esta pandemia
sanitaria da la impresión que algunos medios olvidaron que las manifestaciones
de octubre de 2019 fueron la consecuencia de una lenta pero permanente
progresión de la pérdida de confianza de la ciudadanía, el pueblo, en sus
autoridades e instituciones; entre ellos, los propios medios. La tele miente
decía y aún dice la consigna.
Somos un país con la propiedad de
medios más concentrada de América Latina, un país en el que los periodistas
somos percibidos como parte de una clase política no representativa, un país en
el que la televisión sigue siendo la fuente de noticias tradicional más
importante. También somos un país en el que el 2019, por primera vez, las redes
sociales superaron a la televisión como fuente de noticias.
Puede no ser el minuto para
analizar en qué momento la televisión pública perdió su audiencia. Quizá fue
cuando pensó primero en los auspiciadores y después en la gente, y por eso
perdió primero al público y después los auspicios. O quizá cuando abandonó su
misión, definida en su página web como “Reflejar a Chile en toda su diversidad,
contribuir a fortalecer su identidad nacional, y conectar a los chilenos en
todo momento y lugar”.
Nos preocupa TVN porque más allá
de las groseras reducciones de personal y de las millonarias pérdidas, nos
preguntamos dónde están los valores que la televisión pública define como
pilares de su organización: “Promoción de la identidad nacional; Promoción del
valor del pluralismo, la democracia, la paz y la información objetiva; Estímulo
de la protección del medio ambiente; Respeto a la dignidad de las personas; Protección
de la familia y búsqueda de su estabilidad; Estímulo a la vida sana, formación,
desarrollo y creatividad de niños y jóvenes”.
Nos preocupa que el canal de
todos los chilenos, pionero en cobertura nacional, en transmisión a color con
sonido estéreo, en transmisión vía satélite, en alta definición, no esté
cumpliendo lo que la Ley le manda: “velar por la efectiva realización de su
misión pública, que incluye promover y difundir los valores democráticos, los
derechos humanos, la cultura, la educación, la participación ciudadana, la
identidad nacional y las identidades regionales o locales, la
multiculturalidad, el respeto y cuidado del medio ambiente, la tolerancia y la
diversidad”.
Nos preocupa TVN porque sigue creyendo,
con suerte, que el país comienza en Valparaíso y termina en Concepción; porque
no ha sido capaz de mirar a Chile en toda su diversidad, toda su
heterogeneidad; no ha podido o no ha querido generar una programación abierta a
nuevos temas, con pluralismo no sólo político, sino cultural, étnico, social,
económico, regional.
Nos preocupa TVN porque hasta el
momento en su pantalla no se ven representadas las organizaciones sociales, los
sindicatos, los colegios profesionales; en definitiva, la sociedad civil que
fue la impulsora del proceso al que nos enfrentamos y que tiene como fin
redactar, nada más ni nada menos, que una nueva Constitución.
Consejo Nacional
Comisión de TV Pública-Colegio de
Periodistas de Chile