Por Cecilia Fuentes y Patricia Gálvez, Comisión de Género del Consejo Regional Arica del Colegio de Periodistas.
El día #7deJunio tiene connotaciones muy diferentes para los países que conforman Latinoamérica. Mientras en algunos se recuerdan episodios tristes y vergonzosos, como la masacre cometida por el ejército mexicano contra la comunidad indígena Na Savi de El Charco hace 20 años; en cuba celebran 60 años del discurso de Fidel que enarboló la famosa consigna "Patria o Muerte" tras el sabotaje al vapor La Coubre que dejó 200 muertos.
En Perú celebran el Día de la Bandera para recordar a quienes cayeron peleando en el Morro de Arica y así transformar una derrota militar en motivo de orgullo patrio.
Y en Chile se recuerda el 7 de junio como la gesta heroica más importante de la infantería, que selló la impronta y el carácter regionalista que tiene hasta nuestros días la ciudad y la gente que vive en Arica.
Sin embargo, estas efemérides están marcadas por las armas, la sangre, el dolor y la pérdida.
Ojalá algún día seamos capaces de comprender y reconocer nuestra historia como ciudad trifonteriza desde nuestros orígenes como cultura Chinchorro hace 8 mil años, pasando por los incas, los quechuas y los aymara; hasta la llegada de los conquistadores españoles, los 339 años que tuvimos de pertenencia al Perú como territorio y estos 140 años de vida como chilenos y chilenas.
Si logramos entenderlo, tenemos la esperanza que más temprano que tarde, celebrar el 7 de junio resulte casi tan ofensivo como celebrar el 12 de octubre.
Porque no podemos desconocer los resabios de colonialismo patriarcal asociados a esta fecha histórica que tanto dolor causaron a nuestros pueblos originarios y tribales y a nuestras mujeres y niñas. Dejar atrás estos dolores, en el olvido, sin reparación ni reconocimiento, es un acto aun mayor de injusticia.
No hay mayor acto patriarcal que la guerra, por ello, entender nuestra historia nos hará personas autónomas y libres.