Por Federico Gana Johnson
En La Ley escaló los primeros capítulos de
su férrea trayectoria pues, ya habiendo aprendido el Aprendiz, se desempeñó
posteriormente como editor y, sobre todo, editorialista. Dejó claro desde
el principio en aquellas ya antiquísimas páginas que se las habrá llevado el
viento del puerto y de la costa, su apego a la ética profesional, la honestidad
informativa y el cariño con que se fabrica un diario, cada día. Más tarde, en
1949, ingresó a Las Ultimas Noticias como reportero policial. Es decir,
cumpliendo los pasos de antigua usanza en el Periodismo y que indican que todo
buen reportero se foguea en el nocturno mundo detectivesco y cercano a la lucha
contra la delincuencia. Todos los viejos periodistas pasamos por ahí.
La profunda dedicación a su tarea
periodística hizo acreedor a Iván Cienfuegos, durante su estada en LUN, a
numerosas distinciones y merecidas recompensas. Un solo ejemplo: en mérito a su
responsable desempeño, El Mercurio le encargó en 1956 una jamás soñada tarea de
largo aliento, como lo fue nada menos que examinar toda la extensión de la Carretera
Panamericana, desde Arica a Puerto Montt. Ese memorable reportaje en
profundidad le ocupó más de cuatro meses de ardua investigación y apasionante
aventura y la información derivada de ese esfuerzo informativo fue adoptado por
el Ministerio de Obras Públicas como punto de referencia para iniciar
transformaciones en la vía central de nuestra “larga y angosta faja”.
A partir de 1965 el ajetreo profesional de
Iván Cienfuegos se trasladó al sur del país, porque fue designado director del
diario El Sur de Concepción y asumió también la conducción del vespertino
Crónica, de la misma empresa. En la capital penquista desarrolló una fructífera
relación con la Universidad, al establecer diversos convenios de colaboración.
Participó igualmente, desde su visión de periodista al servicio de la
comunidad, en notorias iniciativas de la mano con las grandes empresas de
la zona, los clubes deportivos, las sociedades gremiales y la comunidad toda.
En otras palabras, logró insuflar un dinamismo tal a los diarios bajo su
dirección, que los hizo irremplazables en la región.
En 1977, el otrora aprendiz regresó a
Santiago para ocupar la subdirección de suplementos del diario La Tercera.
Cinco años más tarde fue designado director del diario. En la misma empresa
periodística fue fundador de La Cuarta.
La profesión, posteriormente, lo llevó fuera
del país. Luego de un estada en Quito, Ecuador durante un año y donde
prestó asesoría profesional para la Editorial Gráfica y fundó la revista 15
Días, regresó en 1989 a El Mercurio como editor de suplementos y de los
servicios informativos. Un año más tarde asumió la subdirección de Las Ultimas
Noticias, cargo en el que le correspondió ejecutar diversas innovaciones en el
diseño y contenido del matutino. Después de cumplir casi una década de
reconocidas funciones en este cargo, a partir de 1998 fue nombrado director del
Diario Austral, de Temuco.
Allá, bajo los vientos y las lluvias del el
sur nuevamente, centró su preocupación e interés profesional en la histórica
situación del tema mapuche. De hecho, puso a disposición las columnas del
diario e impulsó los Diálogos de la Araucanía, con el amplio apoyo de las
autoridades civiles, universitarias y religiosas, para abordar en dimensión
global la realidad que se vivía y se vive en esta varias veces centenaria
circunstancia. Dicho sea de paso, aquellos Diálogos… son considerados y
aprovechados hasta el día de hoy.
A los 87 años de edad, Iván Cienfuegos Uribe,
silencioso pero tenaz maestro de varias generaciones y singular amante del
viejo Periodismo de tinta y papel, abrazado a la noticia desde el tiempo de los
talleres y linotipias de medianoche hasta el avance incesante de la tecnología,
falleció rodeado de su familia. Hasta el Parque del Recuerdo llegó este eterno
Aprendiz. Y lo escribo así porque, si algo permanente exhibió en su vida Iván,
fue la incesante y amorosa pasión por la palabra escrita y el diarismo. Fue su
ley, como el nombre del diario donde dio sus primeros pasos, que tan lejos en
su trayectoria y tan cerca de sus amigos y colegas lo llevarían.