(7 de
noviembre de 2019, en Santiago de Chile, La Voz Libre)
En
Chile, octubre-noviembre de 2019, estaría acumulándose la energía social de una
«singularidad», —semejante a la que se acumula con el roce
de las placas tectónicas antes de un terremoto, o en el agua al aproximarse los
cien grados Celsius—tras la cual se precipitaría un repentino cambio
discontinuo respecto de la tendencia que se venía desarrollando: el gobierno de
Sebastián Piñera en el marco del juego político democrático-representativo
tradicional. Ello, porque en la Teoría de las Catástrofes la «singularidad» es
aquel punto en el gráfico de una curva (en este caso «dibujada» por una energía
social) donde cambia la dirección o cualidad de la curvatura. Según la forma
que le va dando presión energética —y lo más o menos precario del equilibrio
del sistema en ella— sobreviene la «catástrofe» o cambio repentino.
La singularidad puede adquirir la forma de un «máximo
local», equivalente a una cumbre, donde si colocamos una bola esta permanecerá
en equilibrio inestable hasta que, por un mínimo impulso se precipite hacia
cualquier lado; o un «punto de inflexión», que es una especie de descanso en
una pendiente, donde la bola, ante el menor empujón, seguirá rodando; o un
«mínimo local», que es el fondo de la curva, donde ésta nuevamente sube. Aquí
la bola se estabiliza, el potencial está al mínimo y el sistema en equilibrio.
La «catástrofe» es definida como el «salto» cualitativo de un estado o curso a
otro. (Woodcock, 1989, págs. 31-32;49-52).
En la Figura 1, tomada del citado libro de Woodcock, están
dibujados las tres formas posibles que puede adquirir una singularidad:
1 Su
creador fue René Thom del Instituto de Altos Estudios Científicos (IHES) de
Francia a principios de la década de los años setenta.
Figura 1 - (Woodcock, 1989, pág. 32)
¿Está el sistema societal chileno (en sus dimensiones política,
económica, social y cultural) en un
«máximo local»? Indicadores de ello serían la marcha de
unos tres millones de chilenos en todo el país, las que han continuado
autoconvocándose, siempre multitudinarias. El general director de carabineros,
Mario Rozas, informó a la Comisión de Seguridad Ciudadana del Congreso que en
las últimas tres semanas (desde el 18 de octubre) «a nivel país estamos con
tres coma tres millones de personas movilizadas.» (Rozas, 2019). Ello equivale
a la mitad de las personas que votaron en las elecciones presidenciales de 2017
según los datos oficiales (Servicio Electoral de Chile , 2017):
Candidatos
|
Votos
|
Porcentaje
|
Nominados
|
3. PIÑERA
ECHENIQUE SEBASTIAN
|
3.796.918
|
54,57%
|
Presidente
|
4. GUILLIER
ALVAREZ ALEJANDRO
|
3.160.628
|
45,43%
|
|
|
|
|
|
Válidamente Emitidos
|
6.957.546
|
98,93%
|
|
Votos Nulos
|
56.440
|
0,80%
|
|
Votos en Blanco
|
18.892
|
0,27%
|
|
Total
Votación
|
7.032.878
|
100,00%
|
|
La comparación no implica que la mitad de quienes votaron
esté protestando. Muchos, sin duda, pero también parte importante de los
millones que se abstuvieron de votar, dado que hasta ahora en Chile el voto es
voluntario. Entonces, si una cantidad semejante de personas se está
manifestando de este modo tan masivo, transversal y radical, como dice Aldo
Valle, rector de la Universidad de Valparaíso, «es evidente que hay una pérdida
de legitimación del sistema político y del orden social” y que se requiere
habilitar jurídicamente (mediante una reforma de la actual Constitución) «la
elección de una asamblea constituyente (AC), que dé lugar a una nueva
Constitución para refundar y restablecer la legitimación social del sistema
político en su conjunto.” (Valle, 2019).
Otro indicador del incremento de la presión hacia un
crítico «máximo local» es la violencia fuera de control, como la destrucción
sospechosamente sistemática y al unísono de varias estaciones del Metro, así
como incendios y saqueos a comercios y a edificios simbólicos, todo lo que, sin
restar mérito a los jóvenes más radicalizados y al lumpen, recuerdan las
«operaciones psicológicas» de los manuales entregados por la CIA y la Escuela
de las Américas durante la Guerra Fría a los oficiales latinoamericanos
(Faundes Merino, 2019). Suma y sigue: la veintena de muertos, los cientos de heridos,
entre ellos los casi doscientos que han perdido un ojo por balines policiales,
y los «más de diez mil detenidos a la fecha» según el citado general Rozas; que
el Presidente haya cambiado el gabinete por uno más empático con las demandas
sociales, y que haya enviado al Congreso con urgencia una agenda social y
renunciado de hecho a su programa, y renunciado además a que Chile sea sede de
las cumbres mundiales de la APEC y la COP25, a lo que se agrega que haya tenido
al país con estado de emergencia, toque de queda, y los militares en la calle,
es signo de que la punta del «máximo local» es cada vez más inestable y que la
bola en su cumbre está a punto de precipitarse hacia cualquier lado.
EL «LÍQUIDO» Y
«VIRTUAL» SUJETO QUE EMPUJA EL CAMBIO
La fuerza de la energía que empuja al cambio es tal, que no
amaina pese a las medidas paliativas. Ello queda claro con la última encuesta
CADEM, donde un 79% muestra su desaprobación con el presidente Sebastián
Piñera, un 87% quiere una nueva Constitución, y un 46% quiere que ésta sea
mediante una Asamblea Constituyente.2
El núcleo de la presión, el motor, no está en los partidos
de oposición ni en la «clase política», sea del color que sea, sino en una
entidad ciudadana relativamente «líquida», autoconvocada digitalmente, la
Plataforma de Unidad Social, conformada hasta el 7 de noviembre por 115
organizaciones, federaciones y confederaciones, del mundo de los sindicatos,
gremios, poblaciones, defensa del medioambiente, pueblos originarios,
feministas, de la diversidad de géneros y sexos, de estudiantes, derechos
humanos, entre otros3, que se han unido en las convocatorias a
protestas bajo el lema: «Otro Chile es posible, nos cansamos, nos unimos».
2 Cfr. Emol.com - https://www.emol.com/noticias/Nacional/2019/11/03/966055/Cadem-Pinera-gabinete- historico.html
Desde su instalación, hace algunos meses, hasta ahora sus
acciones han tenido un crecimiento exponencial cuyo clímax fue la concentración
de casi dos millones de personas en Santiago y más tres millones en todo el
país.
Su finalidad está en su Manifiesto: «Los movimientos y
organizaciones sociales que suscribimos este manifiesto nos proponemos cambiar este
estado de cosas, no nos quedaremos en la inmovilidad y la resignación, ni
seguiremos cada cual, marchando por su lado, con escasos o nulos resultados.
Queremos una sociedad diferente con más libertad y democracia, con más igualdad
y justicia, con más solidaridad y fraternidad. En eso estamos todas y todos de
acuerdo, por lo que hemos decidido que llegó la hora de actuar al unísono. »4
El sociólogo español Manuel Castells ha dicho a propósito
de los últimos acontecimientos en Francia, Hong Kong, Ecuador, Cataluña y ahora
Chile, que «casi todos los movimientos sociales actuales se auto-organizan en
redes espontáneas, en Internet y fuera de ella, precisamente porque no
reconocen liderazgos políticos y van generando los suyos propios» (Castells,
2019).
EL PRECARIO EQUILIBRIO ACTUAL Y LAS POSIBLES VERTIENTES
Sujetando la bola, o haciendo fuerza en pro de su precaria
estabilidad en la cumbre del «máximo local», el Congreso trabaja con el
Gobierno por implementar la agenda social que, según una encuesta de la Universidad
del Desarrollo (UDD), contaría con un amplio apoyo ciudadano: un 81% está de
acuerdo con rebajar la dieta y número de parlamentarios; un 75% está de acuerdo
con la rebaja del precio de los medicamentos; un 70% conforme con el freno al
alza en las cuentas de la energía eléctrica, y un 66% de acuerdo con aumentar
los impuestos a los sectores de altos ingresos. (UDD, 2019).
Muestra de que la bola sigue en su
precario equilibrio del «máximo local» es el funcionamiento diario en Santiago,
por las mañanas, de instituciones públicas y privadas, aunque con dificultades
relativas de transporte público. La marcha del país no se ha detenido. Aunque
las tardes de furia del «pueblo vandálico» (Salazar, Última Mirada, 2019) se
trasladaron esta semana del centro de Santiago hacia la, hasta ahora, más
intacta comuna de Providencia, donde los blancos principales de destrucción y
saqueos han sido el emblemático edificio y centro comercial Costanera Center y
la sede de la derechista Unión Demócrata Independiente (UDI) entre otros
locales comerciales y bienes de uso público.
Dado este escenario, me parece del todo razonable lo que
plantea en su columna del diario La
Tercera el periodista Daniel Matamala: «Una asamblea constituyente, por
supuesto, no resuelve por sí misma los problemas de Chile (aunque) ese proceso
ya está en marcha. Miles de personas se están reuniendo en cabildos convocados
por clubes deportivos, juntas de vecinos, organizaciones sociales y culturales
o municipios. El vocero de la Corte Suprema, los presidentes de la Cámara de
Diputados y del Senado y los líderes de casi todos los partidos políticos,
desde Renovación Nacional al Frente Amplio, están dispuestos a una nueva
Constitución escrita desde las
bases. Con su programa original en cenizas, ¿querrá el
Presidente Piñera gastar sus últimos 28 meses como una porfiada muralla de
contención, o aprovechará la oportunidad de pasar a la historia como el
facilitador de este proceso?». (Matamala, 2019).
Pero al mismo tiempo, me parece en extremo peligroso que el
historiador y Premio Nacional de Historia Gabriel Salazar invite a los militares
“…a deliberar con nosotros en nuestra asamblea” porque "en Chile no
tenemos caudillismo" y porque "hoy, sé por distintas fuentes, el
grupo pinochetista en el Ejército existe pero es reducido y ridiculizado”. Y
opina que no es improbable que "… el Ejército dé un golpe quirúrgico para
que se exprese la voluntad popular.” (Salazar, 2019).
¿Que no hay caudillos? En 1973, antes del golpe, Pinochet
no era caudillo, era un solapado general supuestamente antigolpista (recordemos
su rol en el Tancazo del 29 de junio de 1973, sublevación militar contra
Allende, donde estuvo al lado del Presidente).
En este eventual «máximo local» chileno, la bola de la
Teoría de las Catástrofes tiene al menos cuatro vertientes por donde
precipitarse:
(1) Piñera asume el rol histórico de conducir el país hacia una nueva
constitución vía Asamblea Constituyente. Sería el Presidente que terminó con la
constitución de Pinochet. Consecuencia: «Mínimo local democrático».
(2) Piñera renuncia y el presidente del Senado asume la conducción del país
hacia una nueva elección Presidencial y Asamblea Constituyente. Consecuencia:
«Mínimo local democrático».
(3) Un golpe militar quirúrgico —supuestamente de de corta existencia— para
facilitar la expresión del pueblo soberano y garantizar el proceso de una nueva
constitución vía Asamblea Constituyente. Consecuencia: «Mínimo local democrático».
(4) La vertiente golpista tradicional: Un golpe militar, sí, pero quizás
con un nuevo Pinochet y consecuencias imprevisibles: «Mínimo local» dictatorial.
(5) La porfiada perpetuación de Piñera para conducir la implementación de
la agenda social. Piñera supone que ello calmará las aguas sociales y podrá
terminar su mandato. ¿«Punto de inflexión» hasta elecciones presidenciales… o
persistirá una crisis incontrolable por los cauces democráticos y
constitucionales que daría paso a la vertiente 4, la golpista tradicional?
¿QUÉ
PASA SI RENUNCIA PIÑERA?
Constitución
de la República de Chile, Artículo 28:
«Si el Presidente
electo se hallare impedido para tomar posesión del cargo, asumirá, mientras
tanto, con el título de Vicepresidente de la República , el Presidente del
Senado; a falta de éste, el Presidente de la Cámara de Diputados, y a falta de
éste, el Presidente de la Corte Suprema.
«Con todo, si el
impedimento del Presidente electo fuere absoluto o debiere durar
indefinidamente, el Vicepresidente, en los diez días siguientes al acuerdo del
Senado adoptado en conformidad al artículo 53 Nº 7º, convocará a una nueva
elección presidencial que se celebrará noventa días
después de la
convocatoria si ese día correspondiere a un domingo. Si así no fuere, ella se
realizará el domingo inmediatamente siguiente. El Presidente de la República
así elegido asumirá sus funciones en la oportunidad que señale esa ley, y durará
en el ejercicio de ellas hasta el día en que le habría correspondido cesar en
el cargo al electo que no pudo asumir y cuyo impedimento hubiere motivado la
nueva elección.»
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Trabajos citados
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salida a la crisis, pero no con la política actual". La Tercera , pág. 25.
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octubre-diciembre 1990: https://www.revistaciencias.unam.mx/en/168-revistas/revista-ciencias-20/1502-teor%C3%ADa-
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Wolfersdorff, J. v. (2 de Noviembre de 2019). ¿Impuestos al
patrimonio? La Tercera , pág. 4.
Woodcock, A. (1989). Teoría de las
Catástrofes. Madrid: Cátedra.
En esta teoría no se entiende por «catástrofe» un desastre
sino un cambio «repentino», «discontinuo» que puede ser negativo o positivo,
como el paso del hielo al agua, o viceversa; o del agua al vapor. O el reventar
de una burbuja. O el salto de la democracia a una dictadura, como en Chile el
11 de septiembre de 1973. O la sorpresiva «explosión» de rabia social como la
que se experimenta en Chile desde el 18 de octubre de 2019. La «catástrofe» así
entendida «aparece cuando lo que son simples cambios cuantitativos pasan a ser
otra cosa diferente. En ese momento el sistema se transforma internamente de
modo radical en una nueva realidad. Modifica su situación de equilibrio interno
y se crea una situación nueva». (Gorraiz López, 2017). Ocurre en sistemas
dinámicos, que son aquellos caracterizados por irreversibilidades,
inestabilidades, fluctuaciones y autoorganización (Maldonado, 2006). La Teoría
de las Catástrofes es un lenguaje matemático para describir y clasificar este
tipo de cambios a partir del comportamiento de algunas dimensiones (o
variables) específicas.