Desde la pasada semana se suceden en Chile importantes manifestaciones tras el intento del gobierno de aumentar el precio del transporte público. A raíz de las protestas, el gobierno de Piñero dio marcha atrás con unos aumentos que afectaban el ya maltrecho poder adquisitivo de los sectores más pobres pero también de la clase media en el país sudamericano. Sin embargo, importantes sectores del pueblo chileno mantienen las protestas exigiendo un cambio de rumbo en la profundamente desigual economía chilena.
La respuesta del presidente Sebastián Piñera es atender las protestas únicamente desde la perspectiva de la seguridad y el orden público, y de la peor manera posible; mediante duras medidas de restricción de las libertades de la población. El gobierno chileno decretó el toque de queda en la capital, Santiago, y en cuatro regiones, además de la proclamación del estado de emergencia y la militarización de la represión.
Represión contra las demandas
Piñera intenta eludir mediante la represión las demandas democráticas del pueblo chileno, que exige un reparto más justo de la riqueza generada en el país, a través de una mejora en sus condiciones de vida y del desarrollo de un sistema de protección social que en Chile fue reemplazado por la mercantilización de derechos básicos como las pensiones, la educación o la atención sanitaria.
Las organizaciones sindicales chilenas han denunciado que el recurso de a la intervención de las fuerzas armadas persigue la imposición violenta de un orden que le permita a Piñera avanzar a corto y medio plazo en la profundización del ya antisocial modelo neoliberal chileno., a través de reformas tributarias, laborales y en las jubilaciones. El saldo de este reemplazo de los mecanismos democráticos por la estrategia militar arroja ya ocho manifestantes asesinados, cientos de heridos y más de 1500 detenidos.
Después de varios años de experiencia de gobiernos derechistas en Sudamérica el balance no puede ser peor, a las situaciones mencionadas de Chile y Ecuador debemos sumar la grave crisis económica que afronta argentina, tras la vuelta con Macri al FMI, la grave crisis política en Perú, el progresivo deterioro de la democracia brasileña con el ultraderechista Bolsonaro y la situación del regreso al paramilitarismo en Colombia, que se sigue cobrando cientos de asesinatos de líderes sindicales y sociales.
Fracaso de la derecha en la mejora de las condiciones de vida
Las similitudes del escenario de Chile con lo que viene sucediendo en las últimas semanas en Ecuador demuestran el fracaso de los gobiernos de derecha en la mejora en las condiciones de vida de la población. Incluso Chile, un país que se consideraba el más estable de Latinoamérica y que acumula ya casi una década de crecimiento económico sostenido se encuentra sumido en esta grave crisis, que es la mayor desde la vuelta a la democracia a comienzos de los años 90. La dura represión emprendida por el gobierno chileno supone la más grave desde los oscuros años predemocráticos de dictadura pinochetista.
Desde UGT apoyamos las protestas y las demandas del pueblo chileno, que exige que el gobierno responda a las demandas sociales y que deponga el estado de emergencia y la militarización del país. Además, enviamos nuestra solidaridad al conjunto de los trabajadores chilenos y sus organizaciones sindicales, especialmente a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), organización afiliada a la CSA y la CSI, que lidera esta necesaria respuesta de los trabajadores chilenos ante el modelo de desigualdad, precarización, mercantilización de los servicios públicos y carencia de derechos para la mayoría del pueblo chileno que el gobierno de Sebastián Piñera representa.
UNION GENERAL DE TRABAJADORES/AS ESPAÑA
La respuesta del presidente Sebastián Piñera es atender las protestas únicamente desde la perspectiva de la seguridad y el orden público, y de la peor manera posible; mediante duras medidas de restricción de las libertades de la población. El gobierno chileno decretó el toque de queda en la capital, Santiago, y en cuatro regiones, además de la proclamación del estado de emergencia y la militarización de la represión.
Represión contra las demandas
Piñera intenta eludir mediante la represión las demandas democráticas del pueblo chileno, que exige un reparto más justo de la riqueza generada en el país, a través de una mejora en sus condiciones de vida y del desarrollo de un sistema de protección social que en Chile fue reemplazado por la mercantilización de derechos básicos como las pensiones, la educación o la atención sanitaria.
Las organizaciones sindicales chilenas han denunciado que el recurso de a la intervención de las fuerzas armadas persigue la imposición violenta de un orden que le permita a Piñera avanzar a corto y medio plazo en la profundización del ya antisocial modelo neoliberal chileno., a través de reformas tributarias, laborales y en las jubilaciones. El saldo de este reemplazo de los mecanismos democráticos por la estrategia militar arroja ya ocho manifestantes asesinados, cientos de heridos y más de 1500 detenidos.
Después de varios años de experiencia de gobiernos derechistas en Sudamérica el balance no puede ser peor, a las situaciones mencionadas de Chile y Ecuador debemos sumar la grave crisis económica que afronta argentina, tras la vuelta con Macri al FMI, la grave crisis política en Perú, el progresivo deterioro de la democracia brasileña con el ultraderechista Bolsonaro y la situación del regreso al paramilitarismo en Colombia, que se sigue cobrando cientos de asesinatos de líderes sindicales y sociales.
Fracaso de la derecha en la mejora de las condiciones de vida
Las similitudes del escenario de Chile con lo que viene sucediendo en las últimas semanas en Ecuador demuestran el fracaso de los gobiernos de derecha en la mejora en las condiciones de vida de la población. Incluso Chile, un país que se consideraba el más estable de Latinoamérica y que acumula ya casi una década de crecimiento económico sostenido se encuentra sumido en esta grave crisis, que es la mayor desde la vuelta a la democracia a comienzos de los años 90. La dura represión emprendida por el gobierno chileno supone la más grave desde los oscuros años predemocráticos de dictadura pinochetista.
Desde UGT apoyamos las protestas y las demandas del pueblo chileno, que exige que el gobierno responda a las demandas sociales y que deponga el estado de emergencia y la militarización del país. Además, enviamos nuestra solidaridad al conjunto de los trabajadores chilenos y sus organizaciones sindicales, especialmente a la Central Unitaria de Trabajadores (CUT), organización afiliada a la CSA y la CSI, que lidera esta necesaria respuesta de los trabajadores chilenos ante el modelo de desigualdad, precarización, mercantilización de los servicios públicos y carencia de derechos para la mayoría del pueblo chileno que el gobierno de Sebastián Piñera representa.
UNION GENERAL DE TRABAJADORES/AS ESPAÑA
