Por Oriana Zorrilla N, presidenta metropolitana Colegio de Periodistas
Sus grandes ojos verdes, su picardía, el humanismo y la sabiduría que derrochaba quedarán impresos en quiénes tuvieron el privilegio de estar cerca de Alberto Gamboa, en cualquiera de las etapas de su larga y apasionante vida o, a través del periodismo, en prisión bajo la dictadura y en la intimidad de una conversación, siempre amena, sencilla y profunda, con un trago en la mano brindando por la felicidad de vivir.
¿Qué escribir, señalar o registrar en un intento de retratar a un hombre cuya vida fue páginas abiertas al servicio del pueblo? Es cierto que, después de largos años, se hizo justicia y se le concedió en el 2017 el Premio Nacional de Periodismo.
La felicidad fue grande entre “moros y cristianos”. Pese a que antes ya tenía varios premios acumulados, como el Premio Bicentenario y el premio a la Trayectoria Periodística entregada por el Colegio de la Orden el 2012 y otros concedidos, porque el principal se lo escamoteaban.
El Gato era un maestro divertido, deslenguado y querido en Clarín, Fortín, La Época o La Cuarta. Desde joven y a la par con un grupo de periodistas de excelencia fue reportero en el diario La Opinión, Ultima Hora y La Gaceta o en las revistas Ercilla y luego en Hoy.
Deportista y sabio en materia de amores, ¿quién podría olvidar a su famoso profesor Jean de Fremisse?..... Que hoy sería repudiado por los avances del feminismo. Eran otros tiempos. Y el profesor Nitrato en el diario mural de Chacabuco, campo de concentración de esa oficina salitrera. Ese diario fue fundamental en la vida de los prisioneros porque logró poner de acuerdo a todos para resistir.
Fue conocido por su habilidad para titular, directo y simple, con desparpajo y humor. Ayer, el Gato Gamboa conseguía vender 300 mil ejemplares con sus titulares en Clarín. Hoy, en la era digital de las comunicaciones el mismo Gato Gamboa ha sido “trending topic”. Sin embargo, quizás su rasgo más característico fue siempre poner el periodismo al servicio del pueblo. “Siempre me metí en cosas derechas y no huevadas” dijo hace un tiempo a The Clinic , para agregar que “hoy a la prensa le hace falta humor, perder el respeto, ser más cahuinera y compuchenta, pero siempre centrando su valor en los intereses del pueblo”.
La muerte lo invitó a dejarnos y el Gato Gamboa se fue pensando en que “los chilenos piensan con el corazón y la cabeza o con la cabeza y el corazón, sin importar el orden” por lo tanto estaba convencido que algún día la situación de la prensa en Chile cambiaría para mejor.
Sus grandes ojos verdes, su picardía, el humanismo y la sabiduría que derrochaba quedarán impresos en quiénes tuvieron el privilegio de estar cerca de Alberto Gamboa, en cualquiera de las etapas de su larga y apasionante vida o, a través del periodismo, en prisión bajo la dictadura y en la intimidad de una conversación, siempre amena, sencilla y profunda, con un trago en la mano brindando por la felicidad de vivir.
¿Qué escribir, señalar o registrar en un intento de retratar a un hombre cuya vida fue páginas abiertas al servicio del pueblo? Es cierto que, después de largos años, se hizo justicia y se le concedió en el 2017 el Premio Nacional de Periodismo.
La felicidad fue grande entre “moros y cristianos”. Pese a que antes ya tenía varios premios acumulados, como el Premio Bicentenario y el premio a la Trayectoria Periodística entregada por el Colegio de la Orden el 2012 y otros concedidos, porque el principal se lo escamoteaban.
El Gato era un maestro divertido, deslenguado y querido en Clarín, Fortín, La Época o La Cuarta. Desde joven y a la par con un grupo de periodistas de excelencia fue reportero en el diario La Opinión, Ultima Hora y La Gaceta o en las revistas Ercilla y luego en Hoy.
Deportista y sabio en materia de amores, ¿quién podría olvidar a su famoso profesor Jean de Fremisse?..... Que hoy sería repudiado por los avances del feminismo. Eran otros tiempos. Y el profesor Nitrato en el diario mural de Chacabuco, campo de concentración de esa oficina salitrera. Ese diario fue fundamental en la vida de los prisioneros porque logró poner de acuerdo a todos para resistir.
Fue conocido por su habilidad para titular, directo y simple, con desparpajo y humor. Ayer, el Gato Gamboa conseguía vender 300 mil ejemplares con sus titulares en Clarín. Hoy, en la era digital de las comunicaciones el mismo Gato Gamboa ha sido “trending topic”. Sin embargo, quizás su rasgo más característico fue siempre poner el periodismo al servicio del pueblo. “Siempre me metí en cosas derechas y no huevadas” dijo hace un tiempo a The Clinic , para agregar que “hoy a la prensa le hace falta humor, perder el respeto, ser más cahuinera y compuchenta, pero siempre centrando su valor en los intereses del pueblo”.
La muerte lo invitó a dejarnos y el Gato Gamboa se fue pensando en que “los chilenos piensan con el corazón y la cabeza o con la cabeza y el corazón, sin importar el orden” por lo tanto estaba convencido que algún día la situación de la prensa en Chile cambiaría para mejor.
Maestro de los Títulos
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