Carta entregada a Mineduc junto a diversas organizaciones sociales.
La PSU y las desigualdades de género en Educación
Cada año, los resultados de la PSU no sólo
nos recuerdan las grandes desigualdades socioeconómicas de nuestro país, que
son replicadas por nuestro sistema educacional, sino que también las enormes brechas
de género en nuestra sociedad.
Sin ir más lejos, este año 44 de los 163 puntajes
nacionales fueron de mujeres y en 2015, 7 de los 65; cifras que solo vienen a
confirmar lo señalado por el informe Pearson en 2013, que indica a la
PSU como una prueba con sesgos de género en desmedro de las mujeres.
Aquello resulta contradictorio con los resultados de
los alumnos de enseñanza media, donde son las estudiantes tienden a obtener
mejores notas, dato relevante considerando que la evidencia indica que esas calificaciones
son más predictivas del rendimiento en la educación superior que el resultado
en la PSU. No somos menos capaces, sino que estamos inmersas en
un sistema que nos discrimina, y no se trata solo de una falla del termómetro.
La realidad de la PSU se suma a falencias
en otros niveles de nuestro sistema educacional, expuestas por la prueba PISA,
según la cual nuestro país tiene importantes brechas en este ámbito; o la
prueba TIMSS que reveló que nuestro país está entre los con mayor diferencia de
conocimientos en Ciencias y Matemáticas entre hombres y mujeres.
Si como sociedad queremos avanzar en igualdad de
derechos, resulta fundamental que estas problemáticas sean abordadas tanto
desde el Estado como desde la sociedad civil, sobre todo cuando ambos sectores
aspiran a tener un rol preponderante en un modelo educativo más justo. Urge
también que las brechas de género no queden ausentes del debate sobre nuestro
sistema de educación superior, donde vemos que un cambio a los métodos de
admisión sigue siendo un punto pendiente en la agenda política.
Es necesario erradicar los estereotipos que hoy surgen desde la
educación inicial, y que repercuten en el aumento de las brechas en las pruebas
estandarizadas durante la educación básica y media. Es importante avanzar hacia
un sistema educativo que no discrimine, que potencie la igualdad de capacidades
entre niños y niñas y que les permita desarrollarse según sus talentos, sin
verse limitados por lo que “deberían” ser y hacer. Para eso, es fundamental
un cambio en las prácticas docentes del día a día, la incorporación de
métodos educativos innovadores e inclusivos; y la reflexión desde la educación
inicial sobre las desigualdades de género en la sala de clases. A nivel de
admisión, es necesaria la revisión y evaluación de mecanismos
multidimensionales, que contribuyan a una mayor igualdad de género.
Desde la convicción de que se
requiere un cambio, es que como ciudadanas, estudiantes, políticas,
profesionales, académicas, y dirigentas sociales, tendemos la mano a las
autoridades para avanzar en esa dirección y llamamos a un compromiso
transversal de todos los actores políticos de nuestro país para hacerse cargo
de todas las grandes desigualdades que existen en nuestra educación.
- Sofía Barahona, Presidenta FEUC
- Mirentxu Anaya, Educación 2020
- Javiera Parada, Revolución Democrática
- Javiera Olivares, Presidenta Colegio de Periodistas
- Claudia Sanhueza, académica Políticas Públicas UDP
- Alejandra Sepúlveda, Directora Ejecutiva de ComunidadMujer
- Roxana Pey, ex Rectora U. de Aysén
- Laura Albornoz, académica de Derecho, U. de Chile
- Beatriz Rahmen, subdirectora PAIEP Usach
- María Isabel Reyes, académica Psicología PUCV
- Giannina Burlando, académica Filosofía UC
- Carola Carrera, Corporación Humanas
- Esperanza Alcaíno, ex Concejala de Santiago