Los y las periodistas estamos de fiesta. Más aún los colegiados, considerando que nuestro día se conmemora por la creación del Colegio de Periodistas de Chile, allá lejos el 11 de julio de 1956. Exactamente hace sesenta años y un día. En épocas de permanente vínculo periodístico/judicial, no puedo evitar sonreír ante tal parafraseo.
Una fiesta extraña, por decirlo de alguna forma. Así como muchos sentimos satisfacción por el rol profesional elegido, sustentado en una curiosidad infinita por entender lo que nos rodea, no es posible soslayar las trabas que aún existen en el país para su ejercicio en propiedad.
Probablemente lo anterior suene extraño. A radicalidad o dramatismo alejado de la realidad nacional. Cuando el ciudadano promedio es espectador diario de debates con diversidad de puntos de vista tiende a pensar que el pluralismo inunda nuestros medios de comunicación. “Si están todos representados” suele decir una audiencia poco preparada.
Lo cierto es que la omisión muchas veces no actúa exclusivamente sobre las aristas de determinado debate. Lo hace fundamentalmente sobre la elección de los temas en que debemos enfocarnos como sociedad.
“La prensa puede no ser exitosa la mayor parte del tiempo para decirle a la gente qué pensar, pero es sorprendentemente exitosa para decirle a sus lectores acerca de qué pensar” dijo el investigador y teórico social Bernard Cohen hace ya más de 50 años. Fueron las primeras luces de lo que hoy se conoce como agenda setting, mecanismo mediante el cual los medios configuran los debates en que nos enfrascamos.
Son aquellas exclusiones las que duelen aún. Las de quienes se movilizan en los territorios por la transformación social, cuyas visiones y planteamientos son prohibidos sin prohibir. La censura no solo actúa por decreto, también lo hace no prestando atención.
El pluralismo debe ser un objetivo de todos quienes trabajamos con la información. No solo como opción individual, sino reflexionando sobre el aporte que cada uno hace a la diversidad sistémica. Si gran parte de los medios muestra una cara de la realidad, es responsabilidad de quienes no se suman a ese coro homogéneo develar la otra versión. Las otras versiones.
Los periodistas debemos ser, a la vez, activistas. ¿Preocupado por el desmantelamiento del mantra cada día menos creíble de la objetividad y la neutralidad? Reitero, debemos ser activistas. Activistas de la libertad de expresión, activistas de la libertad de prensa, activistas de medios éticos y responsables, activistas de una mejor sociedad. Así como el investigador lo es del método científico, de la razón y la experiencia como forma de acercarse a la realidad, nosotros también tenemos causas sobre las cuales caminar.
Esta profesión es sencilla. Basta con ser portador de una infinita curiosidad, de ver lo que para otros no existe, y perseverar en inacabables ganas de contar esa nueva realidad. Aprehender y relatar. Aprehender y relatar. Es decir, capturar lo que nadie ve, contar lo que muchos deben conocer.
Asimilarlo es el primer peldaño para apreciar lo que hacemos en la sociedad. Y, de paso, para quitarle cierta solemnidad que, cuando se torna grave, pavimenta el camino hacia la tiranía medial.
Fuente: https://psegura.wordpress.com/2016/07/12/periodismo-ese-simple-oficio-de-aprehender-y-relatar/