por Patricio Segura Ortiz
Segundo Vicepresidente
Colegio de Periodistas de Chile
Publicada en El Quinto Poder
No fue la primera, pero sí la de mi estreno en El Quinto Poder. Aludía a la paleta vital de Daniel Cohn-Bendit, ese eurodiputado del Partido Verde que partió en los 60 abrazando el rojo de la izquierda tradicional, siguió en los 70 con el verde del ecologismo y desde siempre ha enarbolado el lila de la diversidad. Es su “paleta vital”, como graficara tan certeramente el colega y ensayista Hernán Dinamarca en uno sus artículos inspiración de ese inicial empeño en este espacio de encuentro virtual. Era enero de 2011.
Fue tal un escrito pertinente. Aludía al derrotero recorrido por una parte de la social democracia chilena e internacional. Era preciso, más aún, por la vinculación de El Quinto Poder con la Fundación Democracia y Desarrollo, cuyo presidente es Ricardo Lagos Escobar. El ex Presidente. El dirigente de la ex Concertación –y cada día más cerca de serlo de la actual Nueva Mayoría- que, desde las alturas de lo que personalmente entiende como el profundo sentido de la República, intenta orientar cada cierto tiempo el debate nacional. Nada más distante de lo que la idea del “quinto poder” representa: ciudadanía, muchedumbre vinculada –y organizada muchas veces- a través de las tecnologías de la información. De manera horizontal. De manera masiva. Lejana del discurso centralizado, autoritario y dirigido que en demasiadas ocasiones nos recuerda el ex Mandatario.
Reconozco que ese temprano acercamiento estuvo colmado de suspicacias. De tanto trabajarle a la figura de estadista, Ricardo Lagos aparece en demasía ligado al interés de que la ciudadanía mantenga un respeto sacrosanto por las “instituciones”, la “imagen país” y la “estabilidad económica”. Bajo esta premisa, las voces divergentes, disonantes, discordantes (escoja, mi reina, escoja), son vistas como disruptoras del orden establecido. Lamentablemente, del tablero del modelo de sociedad de mercado establecido.
Sin embargo, fueron temores infundados. Por lo menos en la parte que a mí me compete. Ahondando sistemáticamente (majaderamente dirán algunos) en el análisis del periodismo y los medios de comunicación, la sustentabilidad ambiental y el extractivismo, y la política de los cambios de fondo al orden actual, fueron múltiples las ocasiones en que mi idea fue aportar a socavar el entramado vigente. Donde la crítica a las acciones del presidente de la fundación también estuvo presente. Recuerdo hoy “Comisión Lagos” sobre desarrollo minero: el otro paradigma”, una reseña a las conclusiones de un documento que, a mi entender y el de muchos, valida el extractivismo empresarial.
Y en El Quinto Poder se publicó.
Quizás tal sea una de sus principales virtudes. Tomarse a pecho el lila de la diversidad, dar cabida a la multiplicidad de visiones que forman parte de lo que somos, a fin de cuentas, como sociedad. Permitiendo discursos que interpelan, que movilizan, que aportan a correr el cerco de los límites impuestos.
Es la lucha constante de quienes creemos en el pluralismo y libertad de expresión. Dar cabida, incluso, a quienes piensan distinto a nosotros. ¿No es aquella una lucha, también, de los revolucionarios de lo actual?
Puede ser que a muchos hoy siga generando desconfianzas esta comunidad y sus impulsores. He leído por ahí algunas reseñas denostando su posible intencionalidad. En tiempos de conspiración a la vuelta de la esquina, no es posible descartar nada. Lo que sí tengo claro que es un espacio de encuentro y reflexión ciudadana. De esos que, incluso desde la virtualidad, nunca estarán demás.