La ciudad de Valdívia vió nacer, un 20 de julio de 1769, a Camilo Henríquez González, quien, años más tarde se encaminó hacia la vida religiosa, incorporándose definitivamente a la Orden de San Camilo, en Lima, el 28 de enero de 1790.
Un religioso que merecería ser “redescubierto”, pues fue muy influyente en la naciente república de Chile, en tiempos en que soplaban fuertes vientos innovadores, y se necesitaban personajes valientes e inspiradores para la nueva época.
El nombre de Fray Camilo Henríquez resuena en la historia como el iniciador y director de la “Aurora de Chile”, primer periódico chileno que vio la luz un 13 de febrero de 1812, cuando recién llegaba a Chile la imprenta. Escribía efusivamente, también bajo 4 pseudónimos, para impulsar la participación ciudadana en el diálogo de las ideas, de una filosofía social, de planteamientos sociales y políticos que no repitieran los esquemas y los principios arrogantes, opresores de los conquistadores.
Religioso muy inserto en la vida social y política de la época, promueve un plan de estudios para organizar la enseñanza pública (inicios del Instituto Nacional), impulsa la supresión de la pena de muerte, propone sistemas de protección para los indígenas, redacta el “Reglamento Constitucional Provisorio” de 1812, escribe varias obras dramáticas de corte socio-político, junto al “Catecismo de los patriotas”, en 1813 ve concretarse una de sus varias aspiraciones como fue la Biblioteca Nacional. Amante del teatro, Camilo Henríquez creía que el teatro debía ser una “escuela de la política”.
Son los años de la Independencia de Chile y luego del desastre de Rancagua, decide autoexiliarse en Buenos Aires, entre 1814 y 1821.
De vuelta a Chile sigue asumiendo varias responsabilidades públicas y políticas, relacionadas con la salud, con las cárceles, con los cementerios, … llegando incluso a ser elegido en 1823 diputado suplente por Chiloé y Copiapó. Pero sigue en su pasión periodística creando nuevos diarios y publicaciones relacionadas con los principios libertarios que debían sustentar la nueva nación y planteamientos filosóficos y religiosos frente a los nuevos tiempos para darle identidad a la República de Chile, incluidas las repercusiones al fuerte terremoto del 19 de noviembre de 1822.
Impacto creó su muerte el 16 de marzo de 1825, decretándose tres días de duelo nacional.
Su compromiso con Chile y su incisividad social y política son un gran ejemplo también hoy, sea para los comunicadores sea para los medios de comunicación, en tiempos en que nuestra vida está invadida por los medios y la tecnología, y cada uno de nosotros aflora como comunicador.
Pero esencialmente Fray Camilo Henríquez exigiría hoy el derecho a la comunicación, cuestionando la fuerte concentración de los medios en tan pocas manos, las manipulaciones que poderes económicos y políticos ejercen en la prensa, el bombardeo diario para implantar como dictadura un modelo neoliberal, la marginación de los pobres que exigen sus derechos y dignidad, el ecocidio que destruye la tierra en que vivimos y nos destruye a nosotros mismos, la carrera armamentista, … Cuestionaría a tantos comunicadores de superficialidades que buscan adormecer conciencias y mantener este país de castas, de injusticias, de inequidades, de marginados, de barreras, de intolerancias, de verdades a medias, de hipocresías.
En un Chile que necesita profundas transformaciones (de mentes, de corazones, de estructuras, de Constitución, … de cultura), ciertamente los medios de comunicación son esenciales. Por lo tanto necesitamos preguntarnos qué niveles alcanza hoy la libertad de prensa, la libertad de expresión, el acceso a la información, para favorecer lo que el papa Francisco llama “LA CULTURA DEL ENCUENTRO” entre personas, entre pueblos, entre culturas, entre religiones, entre sectores, entre grupos.
Luis Infanti De la Mora
Obispo de Aysén