Los periodistas lo recordamos el viernes 13 de febrero, fecha que conmemora la publicación del primer número de LA AURORA DE CHILE.
“Quitadme todas las libertades, pero dejadme las de pensar y escribir”. Esta exigencia retrata fielmente al Fraile de la Buena Muerte, el primer periodista chileno.
Doscientos años después de “La Aurora de Chile”, el periodista Fernando Otayza, nos presenta la “Biografía y Escritos de fray Camilo Henríquez”, en tres volúmenes que contienen su azarosa existencia, emociones, encuentros y desencuentros, ráfagas de alegría y largas penurias, procesos, prisiones, exilios, censuras, relegaciones, conflictos y polémicas. Fray Camilo, el hombre, el pensador, el periodista, el médico y el político-ideólogo de la Independencia de Chile.
En Lima la Inquisición lo procesó en tres ocasiones. Seis meses permaneció encarcelado en las mazmorras limeñas. Finalmente se probó que el libro que había escondido bajo su colchón no atentaba contra los dogmas de la Iglesia.
Fray Camilo siempre fue un católico sincero, desde cuando profesó en Lima. Jamás negó dogma alguno de la Iglesia. Tenía sí dudas acerca de las políticas temporales y contingentes ordenadas o aplicadas por Roma. No concibió jamás la divinidad de la monarquía. Creyó inflexiblemente en las ideas republicanas. Mantuvo distancia con aquellos que se oponían a otorgar educación al pueblo y negarla a las mujeres. Redactó en 1811, el decreto que declaró la libertad de vientre y eliminó la esclavitud en Chile. Logró la abolición de la pena de azotes en la justicia ordinaria y la de palos en los recintos militares.
Fue el fundador de la primera revista del país, el primero en reclamar por el escuálido pago que recibían los profesores. Fue autor del plan de estudios del Instituto Nacional, redactor del decreto que ordenaba a los conventos de monjas abrir escuelas para mujeres. Creó y redactó el decreto que dispuso de un vehículo para trasladar gratuitamente a enfermos sin recursos a los hospitales. Y no es todo, Henríquez planteó por primera vez la “chilenización” de la minería del cobre y del hierro.
El colega Camilo, sembrador de ideas y despertador de inquietudes, piedra de escándalo para los timoratos, índice de orientación para los comprometidos, muralla contra las injusticias, fiel defensor de los desamparados y de los pueblos originarios.
Otayza nos da a conocer los centenares de artículos publicados por el colega Camilo en “La Gaceta Ministerial”, “El Censor” de Bs. Aires, la “Aurora de Chile”, “El Monitor Araucano”, el “Mercurio de Chile”, el “Diario de la Convención” y “El Nuevo Corresponsal” en Santiago.
El 16 de marzo de 1825, expiró el ideólogo de nuestra independencia.
“El esquilón del viento dispersa las tristes campanadas de la Catedral y de la Merced anunciando el deceso. Una calesa se detiene en el N° 33 de la calle Teatinos. Descienden el Director Supremo, Ramón Freire y su ministro Francisco A. Pinto. En la modesta cama yace amortajado con el sayal de los Monjes Camilos, el padre del periodismo chileno. El Congreso ha rendido homenaje a uno de sus parlamentarios. A la hora de los funerales, desde el Santa Lucía, se escuchan las salvas ordenadas por el Gobierno. Todo ha terminado.”
Descansaba en paz el tenaz defensor de la libertad en todas sus expresiones, orgullo de los periodistas y de todos los chilenos.
Doscientos años después de “La Aurora de Chile”, el periodista Fernando Otayza, nos presenta la “Biografía y Escritos de fray Camilo Henríquez”, en tres volúmenes que contienen su azarosa existencia, emociones, encuentros y desencuentros, ráfagas de alegría y largas penurias, procesos, prisiones, exilios, censuras, relegaciones, conflictos y polémicas. Fray Camilo, el hombre, el pensador, el periodista, el médico y el político-ideólogo de la Independencia de Chile.
En Lima la Inquisición lo procesó en tres ocasiones. Seis meses permaneció encarcelado en las mazmorras limeñas. Finalmente se probó que el libro que había escondido bajo su colchón no atentaba contra los dogmas de la Iglesia.
Fray Camilo siempre fue un católico sincero, desde cuando profesó en Lima. Jamás negó dogma alguno de la Iglesia. Tenía sí dudas acerca de las políticas temporales y contingentes ordenadas o aplicadas por Roma. No concibió jamás la divinidad de la monarquía. Creyó inflexiblemente en las ideas republicanas. Mantuvo distancia con aquellos que se oponían a otorgar educación al pueblo y negarla a las mujeres. Redactó en 1811, el decreto que declaró la libertad de vientre y eliminó la esclavitud en Chile. Logró la abolición de la pena de azotes en la justicia ordinaria y la de palos en los recintos militares.
Fue el fundador de la primera revista del país, el primero en reclamar por el escuálido pago que recibían los profesores. Fue autor del plan de estudios del Instituto Nacional, redactor del decreto que ordenaba a los conventos de monjas abrir escuelas para mujeres. Creó y redactó el decreto que dispuso de un vehículo para trasladar gratuitamente a enfermos sin recursos a los hospitales. Y no es todo, Henríquez planteó por primera vez la “chilenización” de la minería del cobre y del hierro.
El colega Camilo, sembrador de ideas y despertador de inquietudes, piedra de escándalo para los timoratos, índice de orientación para los comprometidos, muralla contra las injusticias, fiel defensor de los desamparados y de los pueblos originarios.
Otayza nos da a conocer los centenares de artículos publicados por el colega Camilo en “La Gaceta Ministerial”, “El Censor” de Bs. Aires, la “Aurora de Chile”, “El Monitor Araucano”, el “Mercurio de Chile”, el “Diario de la Convención” y “El Nuevo Corresponsal” en Santiago.
El 16 de marzo de 1825, expiró el ideólogo de nuestra independencia.
“El esquilón del viento dispersa las tristes campanadas de la Catedral y de la Merced anunciando el deceso. Una calesa se detiene en el N° 33 de la calle Teatinos. Descienden el Director Supremo, Ramón Freire y su ministro Francisco A. Pinto. En la modesta cama yace amortajado con el sayal de los Monjes Camilos, el padre del periodismo chileno. El Congreso ha rendido homenaje a uno de sus parlamentarios. A la hora de los funerales, desde el Santa Lucía, se escuchan las salvas ordenadas por el Gobierno. Todo ha terminado.”
Descansaba en paz el tenaz defensor de la libertad en todas sus expresiones, orgullo de los periodistas y de todos los chilenos.
Por Giacomo Marasso
Presidente
Consejo Regional Metropolitano
Colegio de Periodistas de Chile